Winston Churchill creía que si desaparecían también los británicos se irían de la Roca. Ahora que voces 'ultras' desde Londres llaman a batallar por la colonia, vamos en busca de la verdad de los otros amos del Peñón
Su cuidado dejara de estar en manos del Ejército británico, que asumió su tutela entre 1915 y 1991 y que les facilitaba incluso las incubadoras del Hospital Naval para los recién nacidos.
El Estrecho de Gibraltar es Babel y hasta los monos del Peñón son políglotas. En inglés, se les conoce como barbary apes y en español responden a la categoría de moros de Berbería, aunque tampoco falta quienes los llamen monas rabonas.
Lisa Modolo, de la Universidad de Zúrich, dirigió hace años un equipo de investigación que se basó en el rastreo del ADN mitocondrial, el de las hembras. Y vino a demostrar que los macacos de la Roca, los últimos simios libres de Europa, descendían de macacos de Marruecos y de Argelia. ¿Cómo llegaron, quizá a través de un túnel submarino como sugieren ciertas leyendas?
Tráiler de 'Territory', los primates que comparten Gibraltar
Su nombre científico es Macaca Silvanus, pero ellos han recibido nombres de personas. Incluso uno recibió el de Sir Winston, en homenaje a Churchill, por ejemplo. El primer ministro del eterno puro, durante la II Guerra Mundial, temió que desaparecieran y ordenó una repoblación urgente: corría 1942, sólo quedaban entonces siete ejemplares y en el gabinete de guerra cundió la inquietud."As long as they remain, so will the British", era la consigna. O sea, que mientras permanezcan los monos, permanecerán los británicos en el Peñón.
No era plan de que, en aquel entonces, la fortaleza gibraltareña fuera tomada por el Tercer Reich. Ni es plan, hoy, de que a causa del Brexit Gibraltar pierda a los monos o al Imperio Británico, a pesar de que el 95% de los llanitos votara en contra de la salida de la Unión Europea (UE). Nada parece que vaya a afectar demasiado la plácida vida de los 225 macacos que habitan en las cumbres calizas de la última colonia británica en el continente. Nada les afectó nunca, desde el pleistoceno. Ni la incursión de los árabes, ni la de los españoles ni la de los ingleses, según sentenció el historiador Ignacio López de Ayala tres siglos atrás.
Además, tienen vida para rato, a tenor de un estudio realizado hace 10 años por un equipo en el que figuraban Agustín Fuentes, de la Universidad de Notre Dame de Indiana (EEUU); Lisa Jones-Engel, del Centro Nacional de Investigación de Primates de la Universidad de Washington, y Greg Marshall, vicepresidente de imagen remota de National Geographic. Según sus investigaciones, están libres por ahora de virus mortales; frente a la crisis que afecta a los 15.000 ejemplares de monos de Berbería a escala mundial,"los del Peñón son los únicos que no están en peligro real de extinción","y además"son un enlace único entre los monos de África y los de Asia".
"Los macacos se reparten en seis grupos, en diferentes localizaciones", señala el doctor Erik Shaw, que resta importancia a los incidentes que, de tarde en tarde, protagonizan:"¿Dangerous? ¿Peligrosos? No, en absoluto". Los tabloides derramaron ríos de tinta a partir de que el actor Jason Biggs, protagonista de American Pie, fuera atacado y mordido por un mono mientras practicaba senderismo, aunque el incidente no llegó a mayores.
"No es su culpa, es nuestra culpa. El problema es que estamos invadiendo su territorio y tenemos que entender que compartimos la Roca con animales salvajes", suele opinar cuando alguien le pregunta.
A pesar de ello, Miguel Vermehren, de la Oficina de Información del Gobierno de Gibraltar en España, recuerda que hay tres empleados del departamento de Medio Ambiente del Peñón expresamente encargados de ahuyentar a los que bajan hacia las zonas pobladas. Lo curioso es que lo hace con una especie de cerbatana desde la que lanzan dardos tranquilizadores, aunque inofensivos. Así lo recogió la cineasta británica Eleanor Mortimer en un documental titulado Territory.
Hace un par de años, 30 macacos viajaban a un safari park de Escocia y las malas lenguas dijeron que el Gobierno de Fabian Picardo se había quitado de en medio a los más agresivos. No habrá quien los eche, aunque su cuidado dejara de estar en manos del Ejército británico, que asumió su tutela entre 1915 y 1991 y que les facilitaba incluso las incubadoras del Hospital Naval para los recién nacidos.
Macaco sobre un cañon en el peñon de Gibraltar. CRÓNICA
Oficial supervisor
Existía incluso un oficial que debía supervisarles y gestionar un subsidio alimenticio consistente en frutas, verduras y cacahuetes, que figuraban en el presupuesto. Los nacimientos de monos y el nombre con el que eran bautizados aparecían en las publicaciones militares, junto con los ascensos de los oficiales. Dependían, eso sí, de una guarnición que desapareció de Gibraltar a partir de los recortes que llevó a cabo Margaret Thatcher en los 80 y que supuso la privatización de numerosos servicios de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) y de la Royal Navy en dicho territorio. Así que sufrieron un proceso de transferencias a las autoridades locales, que ahora les cuidan.
Desde entonces, su preservación depende del Ejecutivo de la Roca, cuyo ministro de Medio Ambiente, John Cortés, se plantea incluso la posibilidad de trasladar algunos hasta su hábitat de origen en el norte de África. Se sabe que durante el pleistoceno esta especie pobló buena parte de la actual UE, alcanzando incluso las tierras que hoy figuran en el mapa de Alemania y del Reino Unido, pero se extinguieron a esta orilla del Estrecho hace 30.000 años.
En Marruecos, sus congéneres peligran. Su población se encuentra allí por debajo de los 2.000 ejemplares, debido en parte a la tala de árboles pero también a un cierto prejuicio ancestral hacia los monos, considerados poco menos que alimañas.
El departamento de Cortés intenta evitar que se incumplan los protocolos internacionales que prohíben su comercio o su domesticación como mascotas. En Gibraltar no consta ningún caso de ese calibre, pero en España el Seprona sí se ha encontrado alguna que otra vez con esas malas prácticas.
En el caso del Peñón, ningún organismo amparaba a los monos hacia 1605, un siglo antes de que la bandera de la Union Jack ondeara sobre el castillo Moro, cuando el primer cronista conocido de la zona, Alonso Hernández del Castillo, hablaba de su presencia y los describía como los"verdaderos propietarios" de este controvertido enclave.
En la actualidad los protege la Sociedad Ornitológica y de Historia Natural de Gibraltar, que dirige el doctor Shaw por contrato del Gobierno local. Así que cuando necesitan cuidados médicos los atiende la clínica veterinaria y no el hospital militar que lo hacía antiguamente. Cuadrúpedos y bajitos, no levantan más de 75 centímetros ni pesan más de 13 kilos, maduran a los cuatro años y mueren antes de los 20. Son diurnos y omnívoros, según los califican quienes los tratan. Se organizan bajo un matriarcado que no impide que algunos roben a los recién nacidos ajenos por congraciarse con la jefa de la manada. El resto permanece al cuidado de sus padres, un sano ejercicio que practican especialmente los machos.
Los turistas suben a verlos hasta el Queens Gate, donde se halla su refugio oficial. Aunque alimentarlos está prohibido por ley y la multa puede costar la friolera de 4.000 libras. Juguetones y traviesos, forman parte de los encantos del pequeño parque natural en los riscos gibraltareños, junto a la cueva de San Miguel y los túneles de la Segunda Guerra Mundial. A los que van por libre sólo se les ve cuando bajan hasta la carretera que lleva hacia Catalan Bay, la playa de La Caleta en la cara oculta del Peñón.
Los monos llegaron quizá con las tropas de Tarik -el nombre de Gibraltar, Gebel Tarik, procede de ese caudillo árabe-, pero pronto se asilvestraron. Los británicos sostuvieron durante mucho tiempo que los trajeron ellos, después de la guerra de sucesión española. Lo cierto es que, durante siglos, han derramado ríos de tinta, inspirado películas, cómics o canciones, en dos idiomas. Así, Victor Manuel los equiparó con los monos chinos al cantar aquello de Como los monos de Gibraltar, tapan los ojos para no mirar. Cruzan los dedos, le piden al cielo que un rayo divino le vuelva normal. Como los monos de Gibraltar, tapan los ojos para no mirar... Cuando le ven cómo baja la calle agarrado del talle, hecho un brazo de mar".
Pero, en inglés, Cabbage también les dedicó su particular homenaje:"I wanna be as free as a Gibraltar ape / Throw around bones and throats decay / Admiring the views and the British landscape / (Look up it's just on the tired rock face)". O más o menos:"Quiero ser tan libre como un mono de Gibraltar / Que arroje los huesos y mueva la garganta / Admirando las vistas y el paisaje británico / (Si mira hacia arriba sólo ve la cara cansada del Peñón)".
Con 007 en 'alta tensión'
El mismísimo Timothy Dalton acompañó a los macacos en una intrépida secuencia de la película The Living Daylights (en España, 007: Alta Tensión), una de sus dos entregas como James Bond. En 1887, Julio Verne -que había hecho cruzar al Nautilus las aguas del Estrecho-, publicó un relato satírico titulado Gil Braltar, en el que un español invade el Peñón ayudado por un ejército de macacos, similar al que con gran sentido del humor describía Paul Gallico en su novela Scruffy, ambientada en estos predios durante la II Guerra Mundial.
Incluso Stieg Larsson los incorporó a las páginas de La reina en el palacio de las corrientes de aire, el libro con que cerró su célebre trilogía Millenium. Y en la novela Los monos de Churchill, la linense María Ruiz Pau aborda una trama que debería inquietar a los llanitos:"En principio, que acaben de robar un reloj de pulsera antiguo no parece más que una pequeño percance, pero ¡el ladrón es un mono de Gibraltar!", cuenta la autora. El reloj en cuestión es el bien más preciado del abuelo de un par de chicos de La Línea, el pueblo vecino, así que ellos intentarán recuperarlo cueste lo que cueste. Todo se complica aún más porque"no sólo hay que encontrar al mono ladrón, sino a todos los monos del Peñón que parecen haber desaparecido como por arte de magia...".
La figura de estos monos aparece también en posters y souvenirs gibraltareños, como uno de los símbolos, quizás, de que sólo ellos estarían en condiciones de reclamar la soberanía de un territorio tan diplomáticamente conflictivo como el de Gibraltar. En el actual proceso de divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea no parece, sin embargo, que ninguna de las partes en conflicto vaya a tenerlos en cuenta.
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