Foto: V. Jimenez |
Camarón le 'bautizó', Miguel de los Reyes le dio la alternativa y su 'Ay garabí' sonó de México a Japón. José Soto celebra este viernes en Málaga sus 30 años de carrera
En pocos años pasó de ser el niño que cantaba en la Cruz Verde a un artista con un caché millonario. «En los 80 llegaba a cobrar cuatro millones de pesetas por gala. ¡Imagínese! Era pa’ volverse loco», reconoce José Soto Cortés (Málaga, 1964) cuando echa la vista atrás. Así le llaman en casa, fuera de ella es Tijeritas, como le bautizó el mismísimo Camarón de la Isla, «el mesías del flamenco». Ya fueran las tres o las cinco de la mañana, el de San Fernando se plantaba en su casa tras actuar en algún tablao de la ciudad para pedirle a su madre que le despertara y le dejara oírle cantar. «Me daba vergüenza porque era Camarón y cantaba la mitad... Cortaba los cantes y por eso me puso Tijeritas».
De aquello hace ya mucho tiempo, pero él nunca ha dejado de levantar la voz en los escenarios y en una veintena de discos, con más o menos éxito, con más o menos conciertos. Tras cinco años de silencio discográfico, José Soto reaparece ahora con un nuevo álbum en el que celebra su carrera: ‘30 aniversario. Tijeritas. Leyenda viva’, un trabajo que verá la luz en mayo donde recopila sus canciones más sonadas (‘Libre soy’, ‘Del sur a Cataluña’, ‘Cambia de forma de ser’) y varios temas inéditos. Este viernes los presenta en directo en la Cochera Cabaret (22.00 horas).
EL CONCIERTO
Tijeritas presenta nuevo disco
De madre vendedora ambulante y padre trabajador del Ayuntamiento, José fue un artista precoz. Lo suyo era más cantar que estudiar, hasta los profesores –confiesa– le pasaban la mano tras sus actuaciones en las fiestas escolares. A los ocho años ya acompañaba al ballet de Miguel de los Reyes por los tablaos de Málaga y con apenas 18 debutó en Madrid de la mano del mítico tocaor El Chino en el tablao de Los Canasteros de ManoloCaracol. Dio la casualidad de que entre el público se sentaba Miguel Ángel Arenas ‘Capi’, cazatalentos que encumbró a los Pecos, Mecano y Alejandro Sanz. Veinte días después de aquello, Tijeritas recibió una carta –«no había ni móviles ni esas cosas»– en la que le citaban en Madrid para empezar a grabar con una potente discográfica.
Cambió el flamenco ortodoxo forjado entre corralones y tabernas de la Cruz Verde por un nuevo estilo que mezclaba su voz flamenca con el pop, los sintetizadores y las baterías. «Yo creé el flamenco tecno-pop», sentencia. Era 1983, pero el «pelotazo» le llegaría tres años después con ‘Sueño con las estrellas’. Un millón de copias vendió de aquel disco impulsado por un tema al que todos conocen como ‘Ay garabí, garabí’ pese a que su verdadero nombre sea ‘Del sur a Cataluña’. «Cada tres meses cambiaba de coche, era mi único vicio», recuerda de los buenos tiempos
Tenía «una mina en la garganta». Le contrataron para 105 galas, actuó en Bélgica, Holanda, Francia, México y Japón, compartió giras con Azúcar Moreno y Los Chunguitos. «Yhasta en Israel se vendían mis discos», señala. Tal era el éxito que la discográfica le preguntó cuál era el mejor barrio de Málaga: «Y les dije que El Limonar». Y allí le compraron una casa. Su madre, sin embargo, se quedó hasta el final de su vida en la Cruz Verde. «No quería que le movieran del barrio, quería estar con sus amigas y su gente».
–¿Queda algo de todo aquello?
–No, cuando aquello estaba en el boom. Lo que queda es seguir adelante cantando, que es lo que más me gusta.
Con 20 y 21 años manejaba «muchísimo dinero», y a esas edades se tiene «el bolsillo roto». «Los coches me encantan. Cada tres meses cambiaba de coche, veía uno que me gustaba más y me lo compraba. Es el único vicio que he tenido», asegura.
–¿Y no se desvió del camino? En los 80 había muchos estímulos y con tanto dinero y siendo tan joven.... ¿Nunca se metió en cosas raras?
–Me desvié muy poquito porque sabía dónde me metía. Yo salía y entraba como cualquier muchacho de 20 años, solo que si uno tenía 4 pesetas yo tenía 40. Todos los amigos venían en busca mía y nos daba por sacar la guitarra y hacer nuestros cantecitos, los cuatro amigachos del colegio y mis primos en plan sano.
Capi le acompañó hasta su «octavo o noveno disco» –hace memoria– y después cogió el testigo Pepe de Lucía, el hermano de Paco de Lucía y padre de Malú. De hecho, hace unos meses la propia Malú subió a sus redes sociales un vídeo cantando en playback ‘Del sur a Cataluña’, una canción que formó parte de su infancia. «Yo salía y entraba como cualquier muchacho de 20 años, solo que si uno tenía cuatro pesetas yo tenía 40»
Pero pocas carreras son capaces de mantenerse tanto tiempo arriba... «Yo me adapto a todo un poco. Lo importante es llegar y yo llegué a la cima. Pero no he parado de cantar, me he mantenido», reflexiona el malagueño. De hecho, ha puesto su firma a más de 20 discos y «nunca» se ha retirado de los escenarios aunque su último trabajo (‘Farolillos y cadenetas’) saliera en 2012, aunque ya no suene como hace décadas en los 40 Principales y aunque ya no se vendan discos ni en las gasolineras.
Dice que con el álbum que viene tiene muy buenas sensaciones, que nota que hay «ilusión» entre sus incondicionales por escuchar lo nuevo y verle en los escenarios. «Y con las ganas con las que salgo espero que haya otro ‘Ay garabí, garabí’», confía el artista. Su próxima presentación será en casa, el punto de partida de una gira que le llevará por varias salas de España y también de Chile en verano. Hace décadas que no cruza el charco, desde que le hicieron un contrato de cuatro meses en México y solo aguantó dos. «¡El café era picante!», exclama. Nunca ha sido «partidario de salir tan lejos» porque le aterrorizan los aviones, pero en Chile le reclama su club de fans.
Entre sus mayores seguidores, asegura, están sus cuatro hijos. Les gusta el cante, pero «de momento, mejor que estudien», concluye. La voz de la experiencia.Regina Sotorio
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