martes, 14 de marzo de 2017

Lo Mejor no siempre es lo mas ... por Txema Martin .

Es fácil comprobar, incluso con resignación, cómo desde hace algunos años en los que Málaga ha vivido su 'boom' cultural hemos asumido que todas las programaciones culturales van a decaer en su valoración en el escrutinio de los datos. En particular por uno, que es el número de visitantes. Pese a que somos conscientes de que este sometimiento de la cultura a sus cifras es sin ninguna duda insuficiente, ante la dificultad de prestar atención a veredictos que quizá puedan resultar más subjetivos, aceptamos ciertas conclusiones amorfas a la hora de valorar la cultura que son capaces por ejemplo de denostar actividades de alto nivel intelectual, útiles para construir ciudad pero menos atractivas para 'el gran público', y a la vez encumbrar con fuerza algunos engendros situados en un lugar amorfo entre el ocio y la cultura.

Superar las cifras de asistencia y romper récords se ha convertido en una obsesión generalizada de la gestión cultural; el objetivo pasa ahora por ser el más visitado, el que más actividades ofrece, se trata simplemente de que sea la primera vez, la vez que más y no la vez que mejor. Pienso por ejemplo en el último Festival de Teatro de Málaga, que ha cosechado excelentes críticas, a mi juicio con funciones de un nivel sobresaliente, pero las cifras, que es al final con lo que deben trabajar las instituciones para elaborar sus titulares, no le han dado el beneficio de ser la más arropada por el público. Pienso también en la obsesión de los museos y de los centros culturales por atraer visitantes, pienso en la dictadura de las audiencias, pienso en una guerra abierta que se antoja ridícula y demasiado parecida a comprobar, con perdón por el micromachismo, quién de todos la tiene más larga.

Es por esto, y porque a veces en la vida también hay que señalar las cosas que se hacen bien, creo que podemos sentirnos satisfechos con algunos gestores que tenemos en la ciudad. Me refiero en concreto a José Lebrero. Justo cuando el centro que dirige, el Museo Picasso Málaga, atraviesa el mejor momento de su historia, este éxito ha provocado diversas y enriquecedoras reflexiones. El MPM no sólo es el museo más visitado de Andalucía; también es una marca propia de la que podemos sentirnos orgullosos. En esta ciudad la oferta cultural ha superado con creces a la demanda, por eso dependemos de la extranjería. Aun así, en lugar de caer en el amodorramiento o la autocomplacencia, el Picasso afronta una profunda renovación de una colección permanente cuyo interés, quizá por haber estado ahí durante años, se había visto eclipsado por la contundencia de sus exposiciones temporales, algunas de las cuales pertenecen a la categoría de lo mejor que jamás hemos podido ver en nuestra ciudad. Y eso debe estar por encima de sus visitantes, incluso cuando se cuenten por millones.
Txema Martin . 
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