Durante años los planes de reforestación de la ciudad han resultado ser un fracaso
Lunes, 24 de octubre de 2016. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el líder de Ciudadanos en la capital, Juan Cassá, escenifican una 'performance' verde con el inicio de la última fase del enésimo plan de reforestación de la ciudad. Rodeado de periodistas y fotógrafos y armados con palas, semillas, plantones y buenas palabras, se arrodillan sobre la tierra. «Respetar el medio ambiente forma parte de nuestra filosofía». Aquella bucólica imagen de los dos pastores con traje plantando pinos en un monte fue portada de todos los periódicos locales. La iniciativa fue tildada en seguida como un enorme logro. Viéndola hoy, esa fotografía resulta grotesca: el Ayuntamiento nos deleita con una nueva chapuza después de anunciar, gracias al impulso de Ciudadanos, que en Málaga se plantarían un número de árboles que entre plantones y semillas se podría contar por millones. Hoy comprobamos que de los más de 25.000 árboles plantados en aquella fase triunfal sólo ha sobrevivido el 35%, y en la mayoría de los casos apenas alcanza el 30% de ellos. Lo demás está seco como un erial. La situación en el Monte Victoria es dramática, pues de 500 ejemplares plantados tan sólo han sobrevivido 25 arbolitos.
Juan Cassá está muy interesado en comprobar el estado de este asunto de la reforestación porque era uno de los proyectos estrella de su candidatura. Basta recordar aquella aparición estelar de la ardilla de Cassá: «Quiero que una ardilla pueda recorrer Málaga de árbol en árbol». Pues por ahora esta famosa ardilla sólo estará dando saltitos por Málaga de hotel en hotel, de terraza en terraza, de ruina en ruina. Los 200.000 euros que hasta ahora llevamos invertidos en este ambicioso plan de árboles secos amenaza con desaparecer sin consecuencias. Lo peor de todo esto no es el dinero, sino que en el Ayuntamiento no hay quien se tome en serio unas medidas que son aceptadas por todo el mundo porque colaboran a vivir en una ciudad más habitable. La reforestación de montes y la plantación de nuevos árboles en las calles de la ciudad (¡cuántos alcorques vacíos!) tiene efectos positivos evidentes siempre que se haga bien y con especies autóctonas; previene inundaciones, hace bajar las temperaturas por reducir la insolación, apacigua del nivel de estrés en el personal... Sin embargo, en el Ayuntamiento de Málaga no tienen claro cómo hay que plantar un árbol, sólo se les da bien talarlos. Un superficial paseo por la hemeroteca es suficiente para darse cuenta de que los últimos planes de reforestación han sido un soberano fracaso, desde el Parque Forestal Ciudad de Málaga, que costó 9 millones de euros (sólo sobrevivió un 5% de los árboles plantados en Guadalmedina), hasta otra incipiente chapuza en el Monte de Gibralfaro. Es decir, que el 'chapú' viene de largo aunque parezca que acaben de descubrir que enterrar plantas o semillas no es suficiente para que después crezca un árbol.
Lunes, 24 de octubre de 2016. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el líder de Ciudadanos en la capital, Juan Cassá, escenifican una 'performance' verde con el inicio de la última fase del enésimo plan de reforestación de la ciudad. Rodeado de periodistas y fotógrafos y armados con palas, semillas, plantones y buenas palabras, se arrodillan sobre la tierra. «Respetar el medio ambiente forma parte de nuestra filosofía». Aquella bucólica imagen de los dos pastores con traje plantando pinos en un monte fue portada de todos los periódicos locales. La iniciativa fue tildada en seguida como un enorme logro. Viéndola hoy, esa fotografía resulta grotesca: el Ayuntamiento nos deleita con una nueva chapuza después de anunciar, gracias al impulso de Ciudadanos, que en Málaga se plantarían un número de árboles que entre plantones y semillas se podría contar por millones. Hoy comprobamos que de los más de 25.000 árboles plantados en aquella fase triunfal sólo ha sobrevivido el 35%, y en la mayoría de los casos apenas alcanza el 30% de ellos. Lo demás está seco como un erial. La situación en el Monte Victoria es dramática, pues de 500 ejemplares plantados tan sólo han sobrevivido 25 arbolitos.
Juan Cassá está muy interesado en comprobar el estado de este asunto de la reforestación porque era uno de los proyectos estrella de su candidatura. Basta recordar aquella aparición estelar de la ardilla de Cassá: «Quiero que una ardilla pueda recorrer Málaga de árbol en árbol». Pues por ahora esta famosa ardilla sólo estará dando saltitos por Málaga de hotel en hotel, de terraza en terraza, de ruina en ruina. Los 200.000 euros que hasta ahora llevamos invertidos en este ambicioso plan de árboles secos amenaza con desaparecer sin consecuencias. Lo peor de todo esto no es el dinero, sino que en el Ayuntamiento no hay quien se tome en serio unas medidas que son aceptadas por todo el mundo porque colaboran a vivir en una ciudad más habitable. La reforestación de montes y la plantación de nuevos árboles en las calles de la ciudad (¡cuántos alcorques vacíos!) tiene efectos positivos evidentes siempre que se haga bien y con especies autóctonas; previene inundaciones, hace bajar las temperaturas por reducir la insolación, apacigua del nivel de estrés en el personal... Sin embargo, en el Ayuntamiento de Málaga no tienen claro cómo hay que plantar un árbol, sólo se les da bien talarlos. Un superficial paseo por la hemeroteca es suficiente para darse cuenta de que los últimos planes de reforestación han sido un soberano fracaso, desde el Parque Forestal Ciudad de Málaga, que costó 9 millones de euros (sólo sobrevivió un 5% de los árboles plantados en Guadalmedina), hasta otra incipiente chapuza en el Monte de Gibralfaro. Es decir, que el 'chapú' viene de largo aunque parezca que acaben de descubrir que enterrar plantas o semillas no es suficiente para que después crezca un árbol.
Txema Martín
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