domingo, 25 de noviembre de 2018

Los domingos milagro ...por Antonio Soler


En la película de Berlanga el milagro ocurría los jueves. La idea consistía en revitalizar un pueblo en decadencia y seguir el ejemplo de Lourdes o Fátima para atraer el turismo. Usaban al tonto del pueblo para dar fe de un milagro fabricado a base de pirotecnia y un burdo juego de luces. Cada jueves una aparición. Retrato de la sombría España franquista tocada por la ironía, muchas veces sangrante, del director valenciano. Con la llegada de la democracia, y después de los primeros tanteos, el milagro electoral se produce los domingos y ya no es el tonto del pueblo, sino el pueblo a secas quien lo lleva a cabo.

Considerar que la democracia es una rutina, algo inamovible que no hace falta cuidar es peligroso. Eso es lo preocupante y no que, a veces, algunos candidatos nos quieran tomar como parientes del idiota del lugar. El resultado final apela siempre a la sabiduría popular. La cuestión estará ahora en saber qué harán en Andalucía el domingo próximo los depositarios de esa supuesta sabiduría y hasta qué punto habrán influido sus contradictorios mensajes en la tranquila conciencia de los electores. Afirman que estamos ante unas elecciones especialmente volátiles, en las que la intencionalidad del voto va a depender mucho del último tramo de la campaña. Ese que arranca hoy mismo y que mañana, con el segundo debate televisivo, empezará su definitiva cuenta atrás.


Hasta el momento, por encima de la parafernalia de las promesas electorales, hemos asistido más a una campaña de restas que de sumas. Cada candidato parece más empeñado en anunciarnos la llegada del lobo, es decir, de su contrario, que en otra cosa. El anodino Juan Marín nos comunica con todo el dramatismo del que es capaz que los empresarios andaluces tienen «las carnes abiertas» ante un posible pacto entre el PSOE y Adelante Andalucía. Por su parte, el miedo le llega a Susana Díaz por su costado derecho. Teme, y no se cansa de anunciarlo, que «una coalición de perdedores» (Partido Popular y Cs) se haga con el poder o bloqueen la formación de gobierno. Recuerda la presidenta andaluza la pesadilla de las últimas autonómicas, ese mal sueño en el que estuvo envuelta después de resultar la vencedora sin mayoría suficiente. Teme verse de nuevo en manos ajenas, obligada a un pacto indeseado o, peor, desbancada. La cantinela del Partido Popular pidiendo que se deje gobernar la lista más votada no va a valer aquí. Si ellos y Cs suman, apelarán a un caso de necesidad extrema (extrema necesidad llama Vox a su posición política). Poco va a importar el orden de los productos. Todos necesitan arañar unos cuantos miles de votos en cada provincia para que sus particulares pesadillas no se cumplan. Es probable que mañana el debate sea más ácido, es decir, que realmente sea un debate y no una especie de cuatro cajas de música abriéndose por turnos como fue el del lunes pasado. Sea como sea, el milagro nuevamente se cumplirá dentro de siete días.
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