El mundo en llamas: ‘Las Agendas Secretas’, con Justo Navarro
Con Justo Navarro. Ciclo dirigido por Alfredo Taján
6 de abril de 2017
20.00 horas
Sala 008
La Térmica
Entrada libre hasta completar aforo.
El mundo en llamas
El relato histórico es complejo y está repleto de incertidumbres,
pero indudablemente, es ya un lugar común por todos asumido, que el
conocimiento que nos ofrece la Historia es la mejor manera de comprender
el presente y plantearse el futuro; sin embargo, la Historia como
ciencia no puede, ni debe, establecer una hermenéutica, fija y
universal, basada en esquemas y conclusiones que se repiten, y se
aplican, inexorablemente, a lo largo del tiempo; al contrario, los
acontecimientos están sujetos a múltiples puntos de vista y a diversas
interpretaciones, por ese motivo, el incesante fluir de los fenómenos
sociales demandan nuevas lecturas y nuevas pautas de estudio.
En este
sentido, las fuentes históricas no son sino un material que debe
moldearse constantemente.
Debe quedar claro que el ciclo de conferencias que ahora presentamos, y que hemos titulado El mundo en llamas,
inicia su recorrido sin la pretensión de imponer discursos inamovibles
sino lógicos, dialécticos; procuraremos convertirnos en una plataforma
que utilice la discusión y el diálogo para abordar y explicar los
conflictos, en que actualmente nos hallamos inmersos, bajo una continua
revisión y con planteamientos novedosos. En la sociedad en que vivimos,
en la que se han radicalizado el escenario político, necesitamos
estudiar la génesis, el origen, lo que nos antecede.
Precisamente de nuestro refranero extraemos la famosa frase: “De
aquellos barros, estos lodos”; la reflexión histórica es, por tanto, más
que necesaria, para clarificar la situación en la que estamos
implicados, el porqué hemos llegado aquí, a este mundo que se incendia periódicamente;
sería muy fácil argüir que la distensión es una utopía, o que
definitivamente no hay soluciones a corto plazo, pero aún así el
registro de los sucesos anteriores ilumina los fenómenos que hoy por hoy
nos preocupan.
Las corrientes socio-políticas que imperan en la actualidad –populismo,
fanatismo, nacionalismos, nuevas formas de terrorismo, demagogia,
crisis de los sistemas de integración internacional, fractura de la
representación democrática tradicional, entre otras cuestiones- no
han nacido de forma espontánea sino que hunden sus raíces en una
amalgama de sucesos que ocurrieron siglos anteriores y cuyo estudio nos
ofrece una herramienta fundamental de esclarecimiento.
Las agendas secretas
El
caso WikiLeaks, la captación de un cuarto de millón de documentos o
registros del intercambio de confidencias entre altos funcionarios
estatales, mezcla de secretos de Estado y conversaciones de amigos,
iluminó con ojos y oídos de espía los mundos herméticos del poder y de
la autoridad mundial.
Pero el hecho de que tal corpus documental fuera sometido al filtro
de los periódicos más prestigiosos (para que seleccionaran lo más
significativo y evitaran que todo se diluyera en una ingente masa de
datos ilegible), sirvió también de recordatorio de la relación histórica
entre la información periodística y los Servicios de Información, es
decir, los servicios secretos. Bajo la etiqueta de agregados de prensa
las embajadas han cobijado a agentes del espionaje y del
contraespionaje. Los agregados culturales también han sido espías
ejemplares. Periodistas y escritores míticos, como Kim Philby, Graham
Greene o John Le Carré, supieron fundir el servicio secreto con la
percepción literaria. La cultura en tiempos de la Guerra Fría utilizó
como una rama especialmente fértil de la filtración en campo enemigo los
congresos de intelectuales, la subvención de periódicos y revistas, la
circulación de enviados especiales, la difusión de películas, músicas,
ficciones y espectáculos.
Los ciudadanos de la era digital tienen el gusto de poseer algún tipo
de dispositivo que permitirá que quien domine los medios adecuados los
controle en todo momento y lugar. Pero ese mismo dispositivo les da
poderes, hasta ahora insospechados, para observar o espiar a sus
semejantes. El secreto (ése es el juego del espionaje) se ha convertido
fundamentalmente en una cuestión tecnológica. La transcripción de
grabaciones telefónicas policiales y parapoliciales es la proustiana Busca del tiempo perdido de nuestra época, como se decía en la novela Finalmusik.
El concepto de espionaje se ha enriquecido: los Estados se espían
entre sí, y espían o vigilan al ciudadano, pero han aparecido unos
ciudadanos a quienes se llama hackers, que vigilan o espían al Estado
colándose entre sus redes informáticas. No hay que forzar cerraduras ni
cajas fuertes para llegar al documento secreto: basta con dar con los
algoritmos adecuados que superen el blindajede un sistema informático
Justo Navarro (Granada, 1953) estudió Filología en
su ciudad natal. Ha publicado los libros de poemas Los nadadores y Un
aviador prevé su muerte (Premio de la Crítica, 1987) y las novelas El
doble del doble (Seix Barral, 1988 y 2002), Hermana muerte (Premio
Navarra, 1989; Seix Barral, 2002), Accidentes íntimos (Premio Herralde,
1991), La casa del padre (1994), El alma del controlador aéreo (2000), y
la novela juvenil Oppi (1999). Sus últimas novelas son “Finalmusik”
(2007), “El espía” (2011) y “Gran Granada” (2015)
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