Cuando un local de este tipo echa la persiana metálica, uno siente la tentación del 'cualquier tiempo pasado fue mejor' –yo mismo he borrado varias frases de ese tipo para este texto–, porque negocios como Candilejas acaban formando parte de la educación sentimental, cultural y personal de quien atraviesa su puerta. Pero, ¿para qué conjugar ventajistamente en pasado?: para casi todos, incluidos muchos de los que tiempo ha eran clientes habituales de Candilejas, comprar discos es una cosa del pasado; bastantes de los que ahora lamentarán el cierre de la tienda hace años que no pasan por allí. Y está bien, quizás haya tenido que ser así, no se trata de culpabilizar a quien haya abandonado, por las razones que sea, antiguos hábitos, pasiones y necesidades. Lo importante no son los medios, los vehículos, ni siquiera las personas detrás de la música... Cuando la legendaria tienda de discos de Manhattan Other Music anunció su cierre, sus responsables escribieron: "Este negocio ha cambiado, esta ciudad ha cambiado, pero los discos seguirán dando vueltas, y sólo te piden una cosa: que sigas apoyando la buena música, donde y como puedas". En realidad, de eso se trataba todo. Y yo eso lo aprendí en Candilejas.
Victor A. Gómez

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