domingo, 28 de enero de 2018

Ocho años para 713 metros de Metro... Y contando

La obra del Perchel-Guadalmedina arrancó con un plazo de 18 mesesLa Junta, a la espera de adjudicar su terminación tras dos años y medio de parón
Si el reto fuese tachar todos los días transcurridos desde que el 28 de enero de 2010 entraron por primera vez los operarios del Metro de Málaga en Callejones del Perchel para abrir las primeras heridas sobre el asfalto, el calendario debería disponer de 96 hojas (tantas como meses) y de unas 2.900 casillas, correspondientes a todas y cada una de las jornadas transcurridas desde aquel hito. El paso dado aquel día de invierno fue interpretado por muchos como el primer acercamiento del ferrocarril urbano al centro neurálgico de la ciudad. La realidad, sin embargo, es que los trenes siguen hoy, ocho años después, lejos de tocar el corazón de la urbe.



Los 713 metros lineales que forman el tajo Renfe-Guadalmedina son, por méritos propios, el fotograma más oscuro en la historia reciente de una infraestructura lastrada desde su origen por los continuos retrasos e incrementos presupuestarios. Muestra de ello es que los 40 meses que iba a durar la obra, según el contrato adjudicado al consorcio empresarial entonces liderado por FCC, fueron borrados de un plumazo, dando paso a una incertidumbre continua que suma ya casi 12 años. Y con la certeza de que la red no estará completa, en el mejor de los casos, hasta el año 2020.


22MESES. LA JUNTA ESTIMA QUE ES EL PLAZO NECESARIO PARA CULMINAR LA OBRA QUE ORTIZ DEJÓ PENDIENTE
El fracaso en el trazado de El Perchel tiene, si cabe, una dimensión mayor. Los 96 meses que ya transcurren sin que la infraestructura esté finalizada contrastan con una previsión inicial de apenas 18 meses (13 meses en la afección en superficie; otros cinco meses de excavación del túnel). Una circunstancia a la que añadir otro agravante: los trabajos sobre el terreno acumulan casi dos años y medio de parón. La determinación de la Junta de Andalucía, promotora del proyecto, es la de reactivar la intervención en las próximas semanas o meses, aunque para ello antes debe culminar el procedimiento abierto para adjudicar a otra constructora la terminación de la obra que dejó pendiente la contrata original, Grupo Ortiz.

La tramitación del concurso se alarga más allá de las previsiones. La Consejería de Fomento inició oficialmente la licitación para reactivar el tajo el pasado 12 de junio, finalizando el periodo de presentación de ofertas el 24 de julio. Desde ese momento, el departamento dirigido por el consejero Felipe López sigue con el análisis de las 11 proposiciones formalizadas, sin que exista un calendario claro para, primero, la adjudicación de las actuaciones y, segundo, para que los obreros vuelvan a invadir el espacio de Callejones del Perchel y de la Avenida de Andalucía.

De lo que suceda con esta pieza estratégica del recorrido ferroviario dependerá que la Junta pueda asignar un calendario cierto para que los trenes lleguen hasta la Alameda. Porque, por más que se estén cumpliendo las previsiones con la parte final del trazado, entre el río Guadalmedina y la estación de Atarazanas (las máquinas avanzan en los muros pantalla en el lecho del río y en la excavación del túnel), la prolongación del viaje actual desde el intercambiador de Renfe hasta el Centro solo será posible una vez esté completado el tajo previo.

Los plazos previstos por Fomento para la infraestructura en El Perchel se elevan a 22 meses, con un presupuesto de 25 millones de euros (sin IVA). En el supuesto de que la adjudicación fuese inmediata y previendo una ligera reducción del plazo de actuación, no parece factible pensar en que la fase de infraestructura pudiese estar lista antes de finales de 2019. Una parte de la intervención a la que habrán que añadirse las fases correspondientes a instalaciones y superestructura, que necesitará de varios meses más.

Sirva como leve atenuante que esta obra se ha enfrentado a un sinfín de contratiempos. Algunos relacionados directamente con la aparición de unos restos arqueológicos de mayor dimensión a lo marcado en las cartas de la ciudad, lo que alteró de manera significativa tanto el calendario de ejecución como el presupuesto de las mismas. La colisión que supuso el hallazgo de la muralla nazarí y la obligación de modificar el proyecto de ejecución (al ser un BIC ha tenido que ser protegido y mantenido) está detrás, además, del desacuerdo que acabó produciéndose entre la empresa adjudicataria y la Administración regional, que derivó hace ahora más de un año en la apertura de un procedimiento de rescate y anulación del contrato.

Todo ello después de que se hayan visualizado varios parones en el desarrollo de los trabajos. El primero, en mayo de 2012, cuando el tajo se quedó sin obreros ante las dificultades económicas que en ese momento arrastraba la Junta, resueltos posteriormente con la inyección de 35 millones. A finales de julio de ese mismo ejercicio, Ortiz retomó la actuación. El efecto se dejó sentir a fuego en la puesta en servicio del Metro, ya que quedó en agua de borrajas la pretensión de que los trenes pudiesen llegar a finales de 2013 a la estación prevista junto a El Corte Inglés.

En septiembre de 2013 la contratista, que empezaba a reclamar nuevas aportaciones económicas, volvió a rebajar el ritmo de obra. La presión ejercida por la Junta, que amenazó con rescindir el contrato, hizo que volviese al tajo. Desde Fomento se dio por liquidado finalmente esta relación en agosto de 2016 tras alcanzar un acuerdo económico. Sin embargo, hubo que esperar varios meses antes de que se activase el concurso para reanudar los trabajos.

El estado de abandono en el que se encuentra el espacio viario encuadrado en este tajo, con especiales dificultades en la Avenida de Andalucía, acaba de provocar la censura por parte del Pleno municipal, que esta misma semana instó a Fomento a adjudicar con urgencia la terminación de la obra. El tiempo parece haberse detenido en esta parte del escaparate de la ciudad. Las vallas siguen apiladas, el túnel a medio hacer... Y las hojas del calendario siguen cayendo.




S. Sánchez

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