Para entender lo de Cataluña van a venir varios judíos con tirabuzones y un Talmud del procés. Para interpretar con discusiones rabínicas hasta las divisiones. El PP está a la greña con Ciudadanos, envidioso y temeroso de los nuevos. Aunque sean de los suyos. Las feministas americanas y francesas, las mayores y las jóvenes, están en discusiones distintas. Y deberían defender lo mismo. También los independentistas andan a hachazos. Torrent, al que Puigdemont no cogió el teléfono, suspendió el pleno de investidura (el Constitucional, luego, no cambió sobre poder hacerla a distancia). En Junts per Catalunya creen que se daban «las condiciones políticas para celebrar el pleno». Claro. Y para que entrara un caballo gigante de madera al Parlament. Mientras, ERC fumando espera a que papá Estado se deshaga de Puigdemont. Y este puede acabar como el Wakefield de Hawthorne. En la casa de enfrente (Bruselas en su caso) sin volver en 20 años.
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