miércoles, 10 de enero de 2018

Ionesco, luces y sombras en una nueva ‘La cantante calva’ ... por Francis Marmol

En estos tiempos donde brilla lo políticamente correcto, cometer la osadía de meterse con un clásico puede tener pena de dislikes en tromba. No pasa nada, el debate no siempre está al alcance de todos. Recuerdo que hace unos años asistí a una obra del melillense-malagueño Fernando Arrabal en el Teatro Cervantes que se titulaba ‘El Jardín de las Delicias’ y que me impactó mucho más que el clásico del absurdo de Eugène Ionesco. Al que ojo, me encantó conocer y disfruté en líneas generales. Una cosa no quita la otra.

Me temo que como bien ha diseccionado Pablo Bujalance en su crítica del Málaga Hoy, ‘Hubo yogur pero fue light’, mi escasez de pasión ante lo visto tenga que ver con el envoltorio edulcorado que se presentaba en esta dirección de Luis Luque, donde la interpretación de los cinco actores participantes no tiene un solo pero y sí muchos elogios que recibir. No en vano, menudo trabajo aprenderse ese texto.

Pero sí era raro esa especie de plató televisivo con celofán en el que se convirtió la escena, que intuyo dista de ser el desabrido agujero de incomprensión donde nació el absurdo del autor rumano. Un dramaturgo que yo entiendo que no tiene nada de absurdo, en este caso, salvo en su forma literal.

Dicho esto hay que reconocer a Ionesco que también envejece algo mal, o mejor dicho su público, ya que los hábitos de consumo teatral cada vez soportan menos un absurdo que hace varias décadas se serviría con una frescura total y hasta resultaría ágil mientras ahora tiene problemas de longitud de sus ‘actos’, si se pueden llamar así. Quiero decir con esto, que el público ahora acude a Ionesco con el prurito de ver algo muy transgresor cuando lo transgresor/patético somos realmente nosotros, que acudimos a ver tal cosa para decirnos lo modernísimos que somos, consumiendo algo de una manera tan mainstream. Cuando más bien encajaríamos en la patafísica por esta digestión tan superficial. Y es que lo queremos todo muy rápido, muy inteligente, muy impactante.

A mí particularmente, al margen de esta postura frívola del nuevo público en general, también me ocurre con el cine, me lleva a pensar que nadie va al teatro o a una sala de cine para reflexionar sobre lo que ha visto sino a decir que ha ido y a luego a decir en redes que ha estado (me meto yo en el saco). ‘La cantante calva’ envejece mal porque el teatro del absurdo ha sido víctima de abusos en nuestros días por hordas de nuevos creadores que a falta de conocer los clásicos, se agarraron a estas obras para ser pura posse de modernidad. Creo modestamente que ha habido un exceso del mal absurdo y del surrealismo burdo en cine y televisión también.

¿En qué me encantó? En que Ionesco parece que hubiera colocado un espejo frente a nosotros. La intrascendente conversación de besugos en el seno domestico de una pareja, en su burgués hogar, no es para nada absurda. Es nuestra absurda realidad, tal cual. Es el gran éxito de este tipo de teatro. Sales convencido de que la pareja desconocida, es decir la pareja que descubre que no se conocen de nada pero sí son pareja, es una metáfora metafísica de nuestra cotidianidad interior, ¿conocemos a la persona con la que convivimos cada día?

Luego en ‘La cantante calva’ uno descubre que hay juegos que van más allá. Hay silencios que son cortados por los estornudos de los actores, que son repicados por los del público que suele actuar así en los silencios y eso presiento que es genialidad teatral, sutil y maravillosa. Hay hasta paradojas que ya no son absurdas como cuando los actores comienzan a enumerar una serie de disparates cortos, casi al final de la obra, y dicen “abrió un periódico en el parque, qué estravagante”. Ahí únicamente me pareció que el texto perdía actualidad semántica porque hoy es realmente extravagante ver esa escena. Fuera de todo ello, muy agradable velada, muy sorprendido del lleno de un teatro tan grande, y muy satisfecho de haber conocido esta obra icónica del absurdo, muy bien llevada a escena.

35 Festival de Teatro de Málaga
Pentación Espectáculos, Teatro Español y Lázaro

De Eugène Ionesco
Traducción y versión Natalia Menéndez
Con Adriana Ozores, Fernando Tejero,
Joaquín Climent, Carmen Ruiz, Javier Pereira
y Helena Lanza
Música Luis Miguel Cobo
Dirección Luis Luque

1.20 h. (s/i)
*CALIFICACIÓN: ♠♠♠ (sobre cinco).

Francis Marmol 

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