No anda descaminada la protagonista del filme de Buñuel 'Belle de jour', donde la fantasía sexual desatada por una casta ama de casa de la burguesía no hace mal a nadie, no se equivoca Deneuve, sólo pone el dedo en la llaga; y es que llama la atención que ahora se rasguen las vestiduras, a tiempo pasado, determinadas actrices que tenían conocimiento a fondo de este asunto en un hábitat donde el 'do ut des', dar para recibir, ha sido, desde el cine mudo, una constante moneda de cambio, el santo y seña de la profesión, y los escándalos se han sucedido, y se han ido alimentando, con truculenta violencia y morbo, formando parte del mismísimo negocio. Kenneth Anger describió con detalle, en su famoso manual del cotilleo sórdido titulado 'Hollywood Babilonia', las tormentosas existencias de las actrices y actores cuando se apagaban los focos, que en ocasiones terminaban en desgarros letales y ruinas personales; casos paradigmáticos fueron los del cómico Fatty Arbuckle en los años veinte y en los cincuenta el asesinato de Stompanato, el chulo de Lana Turner, mientras la maltrataba. Pero convendrán conmigo que lo políticamente correcto muchas veces sólo sirve para acallar conciencias, y no importa hundir carreras y pulverizar prestigios, como es el caso de Kevin Spacey, que rumia sus pecados en una clínica psiquiátrica a la vez que la productora Netflix le ha retirado de la serie 'House of cards', o el de James Franco, que está teniendo problemas para distribuir su última película. Eso ha sido Hollywood desde su nacimiento: humillación, calumnia y miedo.
Alfredo Tajan

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