Rocío Molina es la revolución verdadera. Lo mejor que le podía haber pasado al flamenco en este siglo. El espectáculo‘Caída del cielo’ viene a confirmar su estado de gracia y su crecimiento exponencial y disparado como artista total. Si pensaban que ya no se podía llegar más allá la combinación de la malagueña con Carlos Marquerie, a la dirección teatral, promete una época dorada en su currículum y, visto lo visto el jueves en el Teatro Cervantes de Málaga, no hay techo ni límites para ella, sólo los que le imponga su menudo cuerpo de leona. Porque en este lo exprime, contorsiona, lanza y arrodilla como en un ejercicio de casi sadomasoquismo.
Impactante, dinámico, emocionante, glorioso, divertido, sexual, reivindicativo, diferente se podrían hacer acopio de varios adjetivos más para calificar este nuevo invento de la Molina; ‘Caída del cielo’. Un regalo para el corazón, para la vista y los oídos, y sobre todo para el intelecto. Lo más valioso de este trabajo reside precisamente en el alegato de mujer que entona y en el momento que se produce. La bailaora ha sabido leer el marco temporal, o el momento la ha encontrado a ella. Son muchas las claves de esta mujer en su comunicación con el mundo en esta producción que es claramente flamenca y no pierde la base musical de este arte (que se puede tocar con muchos instrumentos) en ningún momento.
La artista aporta muchas imágenes inauditas, como podría ser incluso el de que por primera vez una mujer flamenca se quede completamente desnuda sobre el escenario, sólo cubierta por sus manos. Y es que se habla de piel y de alma en‘Caída del cielo’. Y de sexo. Del sexo de una lesbiana también, por qué no decirlo, que clama por no tener que esconder o guardar su predilección amorosa en una bolsa de patatas, mientras en el patriarcado en el que todavía vivimos cada hombre celebramos cada gol que metemos sin pudor. Es sarcástica en este alegato la Molina, sumando el humor al espectáculo, algo que en el flamenco parece de difícil acomodo.
‘Caída del cielo’ tiene muchos fragmentos magnéticos, si bien comienza en un escorzo lento de la artista recién vomitada por el cielo que parece una crisálida y evoca una metamorfosis kafkiana. Se retuerce por el suelo y prueba su cuerpo. Es sobre todos los momentos el más refocilante en el que baila huntada de simulada menstruación y erige este momento en algo bello y más si cabe cuando a renglón seguido uno de sus músicos (Pablo Martín Jones) le lava los pies creando una metáfora bíblica maravillosa de lo que para nosotros, los cristianos, debía ser cualquier clase de mujer. Un ser de veneración, origen de vida, ternura y placer.
Hay más aciertos en su discurrir por esta obra como los guiños a Morente y su Omega, a Camarón con su Leyenda, a Paco de Lucía con su ‘Entre dos aguas’ y al flamenco rumbero lolailo incluso en un fin de fiesta que a nadie se le habría ocurrido antes por calorrismo barriobajero de los ochenta. También es flamenco, oigan. Molina tiene tiempo igualmente para bailar por algo parecido a una farruca, a soleá, por fandangos.. en unos intensos brotes de genio que aunque breves son al límite y señalan que no tiene rival a la vista. Tiene el uno.
Muy valiosos son sus guiños a la música electrónica, o la étnica, a las que meten por verea una pandilla de secuaces difícil de echarles la pata por encima. No se puede cantar de una forma más estimulante que como lo hace José Ángel Carmona. Y de ser más acompasados que ‘Oruco’, Eduardo Trassiera y Pablo Martín Jones. Los cinco compusieron un himno de mujer, un espectáculo que combina elegantemente muchas técnicas y estilos y que debe figurar entre los mejores de los realizados en la historia del flamenco.
Caída del cielo
Coreografía, codirección artística
y dirección musical Rocío Molina
Dramaturgia y codirección artística Carlos Marquerie
Composición de música original Eduardo Trassierra
Baile Rocío Molina
Guitarras Eduardo Trassierra
Cante y bajo eléctrico José Ángel Carmona
Compás y percusiones José Manuel Ramos ‘Oruco’
Batería, percusiones y electrónica Pablo Martín Jones
Una producción de Danza Molina S.L. /
Chaillot – Théâtre National de la Danse (París)
en colaboración con el INAEM
Rocío Molina es artista asociada del
Théâtre National de Chaillot (París)
Premio Nacional de Danza 2010
1.30 h. (s/i)
11 de enero de 2018. Teatro Cervantes de Málaga.
Espectadores: Casi lleno.
*CALIFICACIÓN: ♠♠♠♠♠ (sobre cinco).
Francis Marmol
http://www.castillodelingles.es
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