La pelea de Froilán contra comunistas en el AVE es como 'Blade Runner' con la mirada de 'Cine de barrio'
Quién iba a decirle a Carlos Marx o a Fernando VII que la última escenificación de la lucha de clases entre comunistas y monárquicos se produciría en la cafetería de un tren de alta velocidad, siglo XXI. El enfrentamiento entre Felipe Juan Froilán de Todos los Santos y cuatro miembros del Partido Comunista, narradores únicos del episodio, entre los que se encontraban los concejales malagueños Remedios Ramos y Eduardo Zorrilla, no va a ser el definitivo advenimiento de la República pero no por ello deja de tener tela. Es como una versión de 'Blade Runner' con la mirada de 'Cine de barrio'. No puede negarse el interés de un suceso tremendamente anacrónico, pero al mismo tiempo de lo más contemporáneo o actual.
Es verdad que la noticia del 'troleo' de una Reina a la otra es antigua, como de hace tres días, pero no por ello tiene la gente la obligación de estar a la última en sus cotilleos. El escenario de la cafetería del AVE, estrecho, en plan pechito con espalda y donde es imposible mantener una conversación sin que te escuche todo quisqui, aporta aún más violencia muda al acontecimiento. Ante un imprevisible niño con gorra resulta heroico que el comunismo no se batiera en retirada. La educación de Froilán, por su parte, es el resultado de otra derrota para el capitalismo: su educación en EE UU costó 114.000 euros, y actualmente estudia en un centro privado con una matrícula de 20.000 euros anuales. En el relato de su biografía hay hechos magistrales entre los que destacan peinetas a la prensa, caras de tristeza infinita en actos oficiales, el empleo de un pinchito moruno como arma amenazante contra uno de sus primos en el restaurante de un club náutico y un disparo accidental con la escopeta en su propio pie. También es verdad que le gusta la fiesta, pero qué haría cualquiera de nosotros si se hubiera criado en una vida 'non stop'.
Lo más curioso de todo es que la batalla entre comunistas y el Borbón se produjo entre el más absoluto desconocimiento: los marxistas comprobaron quién era sobre la marcha. A pesar del imperativo 'dress-code' entre los militantes de extrema izquierda, puede que Froilán ni siquiera supiera que estaba encarándose a cuatro comunistas sino a gente con ideologías normales y corrientes. En España hace años que se acabó aquella época en la que a los comunistas se les otorgaba la cualidad de tener cuernos y rabo. Por otra parte, a Froilán apenas le hemos escuchado la voz: la única entrevista que ha concedido para la televisión fueron unos minutos de infantiloide defensa de la tauromaquia. Poca tranquilidad en el futuro le vemos a nuestro ídolo si va a dedicarse a ir por ahí reprochándole a desconocidos sus comentarios sobre la Casa Real, máxime cuando los últimos acontecimientos protagonizados por la monarquía española han pasado a ser un bochorno detrás de otro. Cabe preguntarse aquí quién tiene menos futuro, si la monarquía o el comunismo.
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