jueves, 28 de junio de 2018

Una 'pedrá' como Dios manda


La ficha'Salvador sobral' Teatro Cervantes. Festival Terral. Fecha: 27 de junio. Músicos: Salvador Sobral (voz), Júlio Resende (piano), André Rosinha (contrabajo), Bruno Pedroso (batería). Aforo: Lleno.
"Hoy me he bañado en el Mediterráneo. Hacía tiempo que no lo hacía. Después he venido directamente aquí, así que es normal que me rasque la cabeza. Claro, es que ustedes pensaban que yo era el chico aquel de Eurovisión... pero no". Así se expresó ayer Salvador Sobral en un concierto, el primero de su gira española, que tuvo mucho de revelación y estallido, seguramente como pocas veces hemos podido contar en el Teatro Cervantes. Y sí, desde luego quienes acudieron a encontrar a aquel joven tímido que conocieron por Amar pelos dois se llevaron una sorpresa, pero no crean, Sobral interpretó su hit eurovisivo ("Seamos honestos: ustedes están aquí por una canción en concreto. Y eso no es malo, es una razón hermosa") de manera harto consecuente con el resto del concierto. Ya desde la apertura de fuego con Something real quedó claro que el portugués encarna justo el talento que necesitábamos: un creador libre, sin complejos, que derriba todos y cada uno de los convencionalismos para crear de manera absolutamente personal lo que debe ser creado. Sobral hace de la improvisación jazzística, su medio natural, una cuestión de identidad llevada al extremo. El público sabe cómo empieza cada canción, pero nunca cómo acaba. Afirmó Sobral que nunca olvidaría el concierto de ayer ante el público que, puesto en pie, llenaba el Teatro Cervantes. Nosotros tampoco.

Pero no crean, que Sobral es tan singular que rinde el debido respeto a sus maestros. La manera en la que juega con cada frase, en la que empieza en el tono más agudo y acaba en el más grave cuando le da la gana, así como ese genio que pasa de la contención apolínea a la desmesura dionisíaca en el mismo verso, son deudores de Caetano Veloso, quien también estuvo presente en el Ay, amor del casi final. Sí, Sobral comparte la misma pedrá, una locura como Dios manda. Y por eso mismo su interpretación de Nem eu resultó sobrecogedora, igual que en el Pressagio de Fernando Pessoa acunado por un trío instrumental en permanente estado de gracia, desde las orillas más próximas al cool hasta el groove más pegadizo que le valía al figura lo mismo para rapear que para atizar las cuerdas del piano desde el interior del instrumento. Recordó Sobral sus conciertos de hace tres años en El Balneario y en la terraza de El Corte Inglés de Málaga, y aunque pocos la reconocieron terminó de ganarse el corazón de todos cuando para el cierre brindó solito un apunte de El vampiro de Tabletom. Libre y entero. Bravo.

Pablo Bujalance

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