Creo que hoy iría sobrada la columna con el título. El resto ya lo estaréis adivinando. Valga la redundancia, parece que esta vez nuestros representantes representaron nuestra voluntad (voluntad popular, no facha, conste) que, antes que ninguna otra, era echar a Rajoy, casado en segundas nupcias con un electorado que ya sabía perfectamente que votaba a una mafia organizada. Por tanto, y sin el menor respeto a ese electorado, recordarle que la democracia es el gobierno del pueblo o de la mayoría, según se entienda, pero en ningún caso es el gobierno de una mafia.
Y en España, una vez (otra vez), se organizó una mafia de ultraderechas, nostálgica del poder que perdieron sus padres y abuelos y, disfrazada de partido político y estafando a una buena parte de sus propios votantes, consiguió gobernar dos veces, catorce años y medio de los últimos veintidós: durante la primera, fabricó una burbuja por encima de nuestras posibilidades… (y de las suyas), y durante la segunda, recogió los despojos del estallido de la burbuja. Estado del Bienestar… Lo malo no fue tanto quien lo dijo como quien lo creyó.
También fabricó aquel sistema de puertas giratorias con el que se cruzaba directamente del oro al marfil. Los que aún no están en la cárcel esperemos que no tarden mucho en llegar, incluidas sus dos grandes gaviotas, aunque eso no devolverá lo robado por aquella dictadura de la mafia. Como creo que atiné a resumir en cierto pasaje de aquella comparsa, “la democracia acojonada, puesta contra la pared” (CMB, 2013).
Pero cuando la esperanza parecía perdida, cuando ya en clases de filosofía política era un calvario explicar la democracia como forma de gobierno porque no había modelo a mano para ilustrar tan boba teoría, la democracia resurgió de sus propias cenizas y, como en una película de malos y buenos, los buenos se miraron de reojo y, al grito de “ahora o nunca”, una semana fue suficiente para acabar con los malos. Bonito final, tanto por lo feliz como por lo inesperado. Por desgracia, los desenlaces finales de nuestras ilusiones ya nos habíamos acostumbrado a que siempre fueran los peores posibles.
¿”Bonito final” he dicho? Vamos a dejarlo en “principio”, más prudente, sobre todo teniendo en cuenta que ahora el que anda por ahí es un tal Alberto de cuyo apellido no quiero acordarme, muy español él para ser catalán, sin talla parlamentaria como para plantarle cara a otros de más envergadura, pero con el apoyo de Marta Sánchez, prima hermana de Sergio Ramos. ¿Alberto Primo de Rivera? ¿No sé llamaba así? Bocado a la manzana y trago de agua. Joder. Las comparaciones son odiosas. O los odios son comparables. Disculpad que mezcle temores y refranes. Será la euforia.
Y hablando de euforia. Comprendan que es lógica. El coñazo ahora es tener que contenerla después tanto tiempo esperando este día. Pero hay que seguir trabajando. Como dijo Kichi I de Rotterdam, ahora “es necesario derogar las leyes infames del PP y que no haya un recorte más en lo público”. Si no, de poco habrá servido. Esperemos que el Congreso ahora no nos haga un Cádiz futbolero…
Nos han dejado el país peor que lo dejó el dictador —quizá no en las cunetas pero sí en las ilusiones— porque aquello se hizo con una guerra y en nombre del fascismo, pero esto se ha hecho con el voto de la gente y en nombre de la democracia. Buen día para leer a Platón, su Mito de la Caverna y su crítica a la democracia; o dejadlo mejor para mañana, que los domingos los hizo el Señor Don Dios para descansar, y este descanso corresponde a seis años y medio, con sus días y sus noches, tragedia tras canallada, suicidio tras desahucio, mentira tras estafa, silencio tras escándalo, ruina tras despido, rechinar de dientes tras recorte, juez del partido tras juez justo, mordaza tras palabra, bandera tras decreto… La lista sería interminable.
Al final, tanto que quieren los fachas a España, han tenido que venir los socialistas, los comunistas, los vascos y los catalanes a limpiarla de corrupción. A lo mejor conviene aceptar la pluralidad nacional e ideológica de España antes que los delirios de los salvapatrias que, frente a ladrones y corruptos, solo ven españoles. El que se presentó como regenerador de la España corrupta resultó ser no más que adalid de un caudillo agonizante, al que él mismo también ha echado sus dosis de veneno con la exclusiva intención de sustituirlo. Pero no te preocupes, primo, que entre tantos españoles como ves, hay muchos que ya te han calado. Lo de “primo” es cariñoso, se dice mucho en Andalucía y va en minúsculas (no es por tu Primo).
Y basta de “lo siento por España” y de usar banderas como si fueran la tierra prometida, que en España hay 46 millones de almas y solo 7 votó a esa mafia. Quien no entienda que la democracia no va de banderas, que coja la bandera y se vaya a buscar país donde lo aguanten, porque precisamente en este país ya estamos hasta la punta del mástil de las jodidas banderas y, en cambio, necesitados, pero que muy necesitados, de justicia y democracia.
Pd.: ¡No, Marta, no, aguanta…!
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