Fuera de Andalucía, la gente está muy sorprendida de que Susana Díaz haya tenido más avales (con nombres y apellidos) que votos (secretos). A los andaluces, desgraciadamente, no nos sorprende. Se llama caciquismo y produce miedo, a veces hasta pavor, y es el causante de que el silencio sea el idioma oficial de esta tierra bulliciosa en romerías y ferias pero que para hablar de política lo sigue haciendo tímidamente y mirando a los lados a ver si viene alguien.
El PSOE es la única organización andaluza, junto a la Iglesia Católica, que tiene presencia en todos los pueblos y ciudades de Andalucía. Funciona como un partido-empresa, lo controla absolutamente todo. Todo es absolutamente todo. Desde los clubes deportivos de base, pasando por entidades LGTB y asociaciones de mujeres, hasta medios de comunicación, públicos y privados, a los que la Junta de Andalucía riega con jugosas cantidades de dinero en conceptos varios. Muchas de las noticias positivas que aparecen en los medios de comunicación son en realidad publicidad pagada por la Junta. Con dos cometidos: por un lado, propaganda de las políticas del PSOE; por otro, hacer a los medios de comunicación dependientes económicamente, en una tierra con poca iniciativa privada, de las ayudas institucionales y de esta manera arruinarles las ganas de atreverse a ser más libres de la cuenta. Ni en el Madrid de Esperanza Aguirre los medios eran tan poco libres como lo son en Andalucía.
No es baladí que en Andalucía mucha gente se haya enterado de quién es verdaderamente Susana Díaz cuando ésta ha dado el salto a la política estatal y el relato mediático se ha escrito desde Madrid. Por periodistas andaluces a veces, sí, pero en cabeceras no andaluzas. Aquí hace cuatro años, no se escuchaba ni se leía una sola crítica a Susana Díaz. Al contrario, todo eran loas a una vieja conocida que cuenta en su haber con muchas víctimas a su paso por su manera machirula de entender el poder y la ambición desmedida por controlar hasta el último rincón de su partido y de la sociedad civil.
El caciquismo no es sólo la forma de actuar del PSOE en la Junta, se extiende a diputaciones, ayuntamientos, mancomunidades, agencias y empresas públicas de gestión del agua, de los residuos, del turismo, del flamenco, de la cultura, fundaciones creadas para la ocasión, ONG’s vinculadas directamente con el partido, poder financiero, medios de comunicación, cooperativas…
Sin ir más lejos, La fotografía de Fitur de Susana Díaz con la reina Leticia Ortiz, publicada en La Vanguardia, nos ha costado a los andaluces 700.000 euros. En una tierra con un 50% de población infantil al borde de la exclusión social y la mitad de esta infancia, el 25%, en pobreza severa. Pornografía política. Hay pueblos que pagan entre 40 y 50.000 euros anuales a las grandes cabeceras de la prensa andaluza para que publiquen un periódico local en la localidad respectiva con diseño de información pero con fondo y forma de propaganda. En esos periódicos pagados, por supuesto, los alcaldes y alcaldesas aparecen como si fueran salvadores y la oposición y la ciudadanía son infamemente silenciados.
Ocurre también, y sobre todo, en las zonas rurales donde, con un paro superior al 40% -a veces hasta supera el 50%- y sin posibilidad de encontrar empleo, los alcaldes meten a trabajar con contratos de tres meses a la gente que mejor saber guardar silencio y que más lealtades muestra a las siglas del puño y la rosa. Muchas de las quejas de los sindicatos de jornaleros es que se hagan públicas las bolsas de empleos en los municipios andaluces para evitar el caciquismo. No han tenido éxito en sus reclamaciones.
Si no tienes ingresos y tienes que ir a Servicios Sociales, ten por seguro que como seas conocido en el pueblo por exigir derechos no vas a tener suerte con algún cheque de comida o alguna ayuda de emergencia. Si formas parte de los 20.000 contratados a dedo en la administración paralela de la Junta de Andalucía, no te atrevas a hablar porque puedes irte al paro. Y estos enchufados tienen parejas, hijos, madres y padres, por lo que la red es infinita. Si tienes una empresa y eres más valiente de lo debido y te da por denunciar que para triunfar tienes que estar vinculado al PSOE, ten por seguro que no firmarás jamás un contrato con alguna de las muchas administraciones que gestiona el PSOE en Andalucía. Si eres periodista y ejerces tu libertad, ten por seguro que no terminarás en ningún gabinete de prensa de la Junta donde Susana Díaz ha metido a muchos de los despedidos por los grandes medios de comunicación en contraprestación a los servicios prestados.
Si tienes una asociación y se te ocurre enemistarte con el PSOE, no recibirás ni un duro de esos convenios que se firman con diputaciones, ayuntamientos y consejerías a cambio de dinero para que puedas desarrollar tu labor asociativa. Por el contrario, si mueves bien la bandera del PSOE y acudes a los mítines a aplaudir, ten por seguro que no te faltarán nunca los recursos para desarrollar la labor asociativa y tener a varios liberados.
Pasa también en las universidades. No hay una sola universidad andaluza que no esté controlada por el PSOE. Ahora mismo, en el Gobierno de Susana Díaz hay dos exrectores, de la Universidad de Sevilla y de la Universidad de Málaga. La exrectora de la Universidad de Málaga, ahora consejera de Educación, fue la que abrió un expediente a Iñigo Errejón por supuesta cobrar por una beca sin estar desarrollándolo, caso que abrió telediarios y periódicos pero que, sin embargo, cuando los tribunales han archivado la denuncia no ha aparecido ni en un breve. Como premio, consejera de Educación.
Sucede igualmente en el ámbito de la cultura. En Andalucía, con una producción cinematográfica extensísima y un talento incuestionable, sólo unas cuantas productoras reciben cada año jugosas subvenciones o derechos de imagen de Canal Sur para que su obra creativa sea rentable. Siempre son las mismas. En la tierra del flamenco, los artistas se tienen que ir fuera de Andalucía para poder vivir de su oficio porque las producciones que se subvencionan son siempre con los mismos nombres y apellidos. El caciquismo no es sólo injusto, además está frenando a una generación que está haciendo cosas realmente interesantes en la orfandad más absoluta.
Paradigmático es el caso de las productoras de televisión. Personajes del mundo de la farándula en línea con el PSOE, montaron productoras privadas para, por el mismo programa que se producía directamente por Canal Sur, pasar a cobrar el doble cuando se producía en productoras privadas de su propiedad creadas para forrarse a costa de saquear las arcas públicas. Todo legal, pero éticamente pornográfico en una tierra que cuenta en su haber con los 9 de los 10 barrios más pobres de España y niveles de desigualdad y pobreza que infames en un país que es la cuarta economía de la Eurozona.
En 2012 se cerró Canal Sur 2, el canal más cultural de la televisión pública, y descubrimos que Joaquín Petit, vinculado sentimentalmente a una de las periodistas señeras del PSOE andaluz, María Esperanza Sánchez –baluarte de la SER Andalucía y tertuliana en múltiples tertulias de Canal Sur-, había estado produciendo programas a través de una productora privada a precios millonarios, Itaca se llamaba la productora y despidió a más de la mitad de la plantilla cuando la crisis obligó a Canal Sur a dejar de comprar producciones privadas y éstas pasaron a producirse por los empleados de la casa, grandes profesionales infrautilizados porque con ellos el control político es más complicado que a través de productoras privadas. Por si aún no sabéis qué es el caciquismo, Quino Petit, hijo de Joaquín Petit y María Esperanza Sánchez, también es periodista. Trabaja en El País, dónde si no.
Las grandes industrias instaladas en Andalucía, que recibieron dinero público a mansalva, deciden en la década anterior que se deslocalizan y abandonan la comunidad autónoma dejando a cientos de personas desempleadas. La Junta de Andalucía, en lugar de defender del modelo productivo y la permanencia de las empresas y sus puestos de trabajo, se dedica a dar jubilaciones pagadas con dinero público para evitar que los trabajadores se movilicen y organicen una revuelta. Este modelo caciquil de compra de voluntades es el conocido caso de los ERES que han abierto en canal a la Junta de Andalucía.
Es la misma lógica que el PER, dar limosna a cambio de mantener las zonas rurales silenciadas y la protesta social controlada. Ningún jornalero quiere cobrar el PER, lo que quiere la gente del campo es trabajar y que se lleve a cabo la reforma agraria, para que tierras improductivas en manos de gente de apellidos largos se pusieran en manos de cooperativas y ayuntamientos para producir riqueza y crear empleo. Pero al PSOE le sería menos útil dar derechos que subsidios.
El caciquismo es la sociedad del primo de la tía, del sobrino del hijo, del marido de, de la esposa de, del hijo de, del militante de, del cuñado del hijo del alcalde, del presidente de la Diputación o la hija del director del periódico X y de la empresa Y. El caciquismo es un modelo que pone freno a la igualdad de oportunidades, al talento, al mérito, que castiga con el hambre a quienes ejercen su libertad y que convierte una tierra con talento y de gente trabajadora como Andalucía en un erial de gente con miedo, resignada a menos es nada y que los domingos de votaciones acuden a votar, previo aviso de los dueños del cortijo, porque en el voto se está también votando la cadena de favores que le permiten sobrevivir.
Lo peor del caciquismo no es la sociedad silente que produce, sino que hace creer a quienes se atreven a denunciar esta anomalía democrática que son enfermos mentales, personas poco equilibradas y con niveles de osadía por encima de lo normal. Cuando uno decide plantarse ante el abuso de poder en esta bendita tierra siente en la nuca la respiración de los dueños del cortijo y de la extensa red de telaraña que lo inunda absolutamente todo. Y lo más triste de todo esto, no obstante, es que haya tenido que irse Susana Díaz a Madrid para que los andaluces nos hayamos podido enterar en manos de quién estamos gracias a que el relato mediático sobre la presidenta de la Junta y el PSOE andaluz ha sido escrito desde fuera de Andalucía y sin miedo a perder las ayudas institucionales que dan estabilidad económica a muchos medios de comunicación.
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