Gaticos, monetes y Nabokov ... por Rosa Belmonte
No me gustan los emoticonos, pero no me molesta que se usen. Tampoco me gusta el café con leche y no me molesta que la gente lo tome. Una es gilipollas con algún límite. Es verdad que la comprensión de mensajes se ve ayudada por los dibujitos. A veces la ironía no se entiende y acabas pareciendo seca. Una es un zarzo, tampoco pretendo parecer otra cosa. La reticencia a usar gaticos y monetes no ayuda. Esther Tusquets le decía a Arcadi Espada que ambos eran los más antipáticos de Barcelona. Lo decía encantada, claro. Hoy, no usar emoticonos refuerza la adustez. En una entrevista de 1969 preguntaron a Vladímir Nabokov dónde se colocaría entre los escritores (vivos) y los del pasado inmediato: «A menudo pienso que debería existir un signo tipográfico para la sonrisa… Una especie de signo cóncavo, un corchete redondeado boca arriba que ahora me gustaría trazar como respuesta». Cielos, hasta Nabokov necesitaba emoticonos. Pero no me rindo.
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Rosa Belmonte
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