El asunto se ha querido politizar y Banderas, en la carta que remitió a los medios, omite detalles que debería haber incluido pero, claro, ya no podría seguir interpretando el papel de víctima que está protagonizando. ¿Cuáles son esas cosas que no cuenta? Porque contar si cuenta que arriesgaría tres millones de euros de su bolsillo (uno menos de lo que le costó su casa de Londres y siete menos de lo que suele ganar por película, según fue publicado cuando se divorció de Melanie Griffith).
Por posicionar el asunto, el proyecto de Banderas y el arquitecto José Seguí, respaldado por Starlite, ganó el concurso de ideas y quedó segundo en la votación popular. Se supone que la autoría de los proyectos era desconocida tanto en uno como en otro caso. Pero hete aquí que cuando gana el concurso de ideas y se hace público quién está detrás, es Antonio Banderas y el alcalde viene a decir que no se exigirá ningún canon o alquiler a la empresa ganadora.
Ahí surgió la primera sombra de trato de favor en un proyecto que, entre otras cosas cuando salió a concurso, quería compensar de algún modo los 20,7 millones de euros que pagó el Consistorio malagueño comprando el inmueble en 2010 a la promotora Baensa, que prevía la construcción de pisos de lujo. De nuevo, la segunda sombra de sospecha de “traje a medida” para Banderas, como lo han calificado Málaga Ahora (Podemos) e Izquierda Unida: Tras reunirse con Banderas y Seguí, De la Torre dijo que “lo natural” es que quien ganó el concurso de ideas sea también quien se haga con el concurso público para desarrollar y explotar la parcela del Astoria.
Ahí es nada… para rematar, el regidor popular dijo que en los pliegos técnicos habría que incorporar un requisito de valoración: que se cuente con “una persona cualificada, con capacidad de proyección”. ¡Toma, qué casualidad! ¡Como Antonio Banderas!
El actor malagueño no cuenta nada de esto en su carta y eso dice muy poco de él. Se trata, cuando menos, de torpezas políticas que tendrían que hacer entender a Banderas las sospechas sobre algo turbio en todo este asunto, en lo que se ha calificado de “ambicioso proyecto”, aunque 600 butacas tampoco parezcan avalar demasiado esta ambición.
Tampoco cuenta Banderas cómo el arquitecto, José Seguí, llegó a reunirse tanto con la Junta de Andalucía como de Urbanismo en el Ayuntamiento de Málaga para modificar el plan espacial del centro, porque de lo contrario no se ajustaría ni a la altura ni al volumen de su proyecto. Más sombras de traje a medida.
Todo esa cúmulo de despropósitos han hecho se embarre el tema, dando lugar a oportunistas, como el diario ABC, en su infumable información y editorial de hoy, carga contra los ‘Ayuntamientos del cambio’ acusándoles de acabar con la inversión privada. El diario conservador escribe a golpe de euro, sin analizar los nuevos proyectos de ciudad -recomiendo la lectura de informes de ONU Habitat– o la gentrificación que nos asola.
Puestos a mirar el euro, ABC también podía haber echado la mirada atrás, cuando hace unos cuatro años el socio de Antonio Banderas en esta aventura, el arquitectura José Seguí, fue condenado a una año de prisión por fraude fiscal. Al parecer, Seguí ganó 1,4 millones de euros vendiendo sus participaciones en la ‘Urbanización Valle del Rosario SL’. Unas participaciones que nueve años antes había comprado por unos 62.000 euros (a éste no aplicará la nueva sentencia sobre plusvalías). Hace dos años, también sería condenada su pareja por los mismos hechos, dado que también obtuvo ganancias de alrededor de un millón de euros y no lo declararon a Hacienda.
Los Seguí (José y su hermano Vicente) son pesos pesados en el urbanismo andaluz. Al ahora socio de Banderas siempre se le ha vinculado con el PSOE, habiendo realizado los PGOU (Planes Generales de Ordenación Urbanística) en diversos municipios gobernados por los socialistas, como es el caso de Antequera, Ronda, Córdoba y Jaén. No sólo eso, también es obra suya el el POT (Plan de Ordenación Territorial Costa del Sol) de la Costa del Sol Occidental. Su hermano, Vicente, fue delegado en Málaga de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía entre entre 1990 y 1994, ha pasado por la Gerencia de Urbanismo y llegó a participar en la elaboración del PGOU de Málaga a finales de los setenta.
Pero, de todo esto, ¿para qué se va hablar? Quedémosnos con que se está crucificando gratuitamente a Antonio Banderas, que da más titulares y se despotrica más en redes sociales. Así nos va, aborregados perdidos.
David Bollero
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